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Ezer Equipada: El Fruto de la Humildad

Ezer Equipada: El Fruto de la Humildad

Hoy tengo el privilegio de hablarles de la humildad, un fruto del Espíritu Santo. Según el diccionario, la humildad es una virtud atribuida a quien ha desarrollado conciencia de sus propias limitaciones y debilidades, y obrar en consecuencia. El concepto bíblico de la humildad se refiere a entender quién es Dios y quiénes somos nosotros y como resultado, reconocer la obra de Dios en nuestra vida y el hecho de que Él tiene un propósito para nosotros. Ser humilde es tener un corazón enseñable, es reconocer que todos nuestros talentos y aptitudes son dones que nos regala Dios. Pero vayamos a mi testimonio ya que quiero contarles cómo el Señor trabajó este fruto en mi.

Desde muy chica (hace ya muuuchos años) he luchado contra mi falta de humildad. Siempre me gustó saber todo, tener siempre la razón, ser la que terminaba de hablar en una discusión y tener una respuesta para cada pregunta. Me resultaba fácil y placentero ser así. Era buena en los estudios, fui la mejor estudiante de mi generación en Periodismo (me gradué con una mención de honor) y me dediqué mucho tiempo a dar clases de matemática, física y química. O sea, que siempre pude demostrar que sabía muchas cosas.

Pero el Señor es maravilloso y usa cualquier cosa para que entendamos que nuestra identidad está en Él y no en nuestro título o en nuestra posición social.

Durante los primeros años en este país me destaqué como periodista y locutora en varios medios locales. Pero durante la crisis de 2008 las cosas cambiaron y tuve que dedicarme a una profesión a la que siempre había visto por encima del hombro. Me tuve que dedicar a la limpieza de casas y de oficinas, algo para lo que yo con mi alta percepción de mí misma jamás hubiese soñado. Con el tiempo, esto se convirtió en la mejor universidad del mundo, ya que me permitió aprender a recibir, a ser vulnerable, y a pensar en los demás como personas mejores que yo y no al contrario como solía hacer (Filipenses 2:3). Me permitió menguar para que Cristo creciera dentro de mí. (Juan 3:30)

Ser humilde es saber dar y también saber recibir. (Hechos 20:35)

Ser humilde es pedir ayuda cuando sabemos que no podemos solos.

Ser humilde es ser capaces de recibir una corrección sin que nos enojemos u ofendamos. (Proverbios 3:11-20)

Ser humilde es entender que está bien no saber todo, qué podemos aprender cuando nos equivocamos y que no siempre tenemos razón. (Filipenses 2:3)

Ser humilde es saber que siempre podemos aprender. Aunque seas jefe, profesor o líder, siempre hay alguien que sabe más que tú.

Debo confesar que todo esto le pegó bien duro a mi pobre orgullo. Al principio no le decía a nadie cuál era mi trabajo, y mucho menos a mi familia y amigos en Uruguay. Hoy puedo decirles que estoy orgullosa del trabajo que hago. Tengo el privilegio de ayudar, tengo el honor de servir a los demás, y puedo hacer que la gente descanse y se sienta feliz cuando regresa a su casa después de un largo día. Tengo la oportunidad de darle trabajo a otras personas y lo más importante, tengo la oportunidad de hablar de Cristo.

Con mucho cariño,

Andrea Alicata

Leer:

Toma un tiempo para leer, meditar y pensar en las siguientes Escrituras:

Filipenses 2:1-11

No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes.

Mateo 20:20-28

Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos.

Proverbios 15:31-33

Si escuchas la crítica constructiva, te sentirás en casa entre los sabios. Si rechazas la disciplina, solo te harás daño a ti mismo, pero si escuchas la corrección, crecerás en entendimiento. El temor del Señor enseña sabiduría; la humildad precede a la honra.

Reflexionar:

Te animamos a usar estas preguntas para reflexionar, escribir una oración a Dios y conversar con una amiga, tu familia o alguien cercano.

  1. ¿Te consideras una persona humilde? ¿Cómo reaccionas cuando alguien te corrige?
  2. ¿Eres capaz de mostrarte tal cual eres en tu grupo pequeño de la iglesia y hablar abiertamente de tus debilidades y pecados o prefieres “lavar los trapos sucios en casa”?
  3. ¿En qué aspectos has menguado para que Cristo crezca en ti?
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