Dios creó a cada mujer con un propósito específico: ser un ezer kenegdo, una contraparte esencial. Un ezer es aquel que acompaña a otro y aporta fuerza en el contexto de la relación. Todas las mujeres comparten este llamado fundamental, pero la forma en que vivimos nuestro llamado se ve diferente para cada mujer según su personalidad, dones, fortalezas, perspectivas y etapa de la vida. A través del estudio de la feminidad bíblica, aprendemos a abrazar nuestra singularidad y a vivir nuestro llamado justo donde Dios nos tiene hoy.
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